Dentro de mis géneros favoritos de cine se encuentra la ciencia ficción. Y pensándolo bien, no solo del cine, sino de la literatura, los videojuegos, la música, la escultura, la música, etc. En general todo lo que tenga que ver con ciencia ficción me llamará de forma natural.
Es por eso que en estos días me lancé uno de mis recintos favoritos (la sala de cine) a ver una película que contiene elementos que por sí solos ya hacen que los frikis dirijamos nuestras miradas a ella: un viaje a Marte, una nave espacial, un tripulación de regreso, un ser extraterrestre y una masacre en el bólido espacial.
¡Espera! ¡Espera! ¡Eso ya lo vimos! ¿En dónde? ¿En dónde?
¿De verdad hay que pensarlo tanto? La respuesta es obvia: “Alien: el octavo pasajero”.
¿Y si la película no es más que una calca a ‘Alien’ entonces qué tiene de especial?
¡Justamente eso!
Desde que la película inicia los frikis notamos que pasa algo que si bien pudiese parecer un cliché, más adelante nos damos cuenta que es más que eso, es un homenaje muy bien llevado por el director sueco-chileno Daniel Espinosa. Un homenaje a Ridley Scott y a la saga de los xenomorfos y la teniente Ripley.
Esta película sirve como un pequeño aperitivo para todos a los que ya ‘se nos cuecen las habas’ por tener en cartelera ‘Alien: covenant’, pues si bien no aporta un argumento novedoso, lo que hace lo ejecuta de muy buena manera al presentarnos rápidamente a personajes con cada una de sus cualidades para que al menos podamos ir sintiendo su pérdida en la trama conforme van muriendo (a ver, esto no es spoiler, si estoy diciendo que es un tributo a ‘Alien’ creo que ya lo imaginaban así que no se esponjen).
Los sets dentro de la estación espacial están bastante bien logrados pero sin duda lo que se lleva las palmas es la cinematografía espacial que hace lucir hermoso ese fondo infinito de oscuridad. Increíble.
Finalmente, el protagonista principal, el extraterrestre, de verdad juega muy bien al monstruo y la evolución del mismo genera una sensación de horror digna de cualquier ser horrible y voraz de otras películas. La oscuridad, la muerte y la desolación que deja a su paso, sumado a la sensación de impotencia que transmiten los actores que interpretan a los astronautas hacen que el filme llegue a un fin que si bien no es espectacular, nos deja satisfechos.
Vale la pena irla a ver si lo que se quiere es abandonar un poco la línea de ciencia ficción que últimamente se nos vende con romances espaciales (‘Pasajeros’, 2016) o invasiones globales (‘La tercera ola’, 2016).
Al final no puedo pensar más que: ¡Qué vengan ya los xenomorfos!
Calificación: 7/10